"El que no está dispuesto a perderlo todo, no está preparado para ganar nada".” Facundo Cabral

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RELATOS Y CANTAS CON ALMA BICENTENARIA

La narrativa oral como identidad y testimonio de la gesta libertadora que pasó por tierras boyacenses hace 200 años.



En la vereda Duce, sector Dintá, municipio de Mongua, don Ismael Carreño, un campesino de 79 años, revisó textos y esculcó la memoria para componer la gesta libertadora a punta de coplas. Y por otro lado Rosebel Cucunubá por el frío paisaje del Páramo de Pisba en Socotá y Ómar Maldonado, en el Llano de Miguel en Paya, rasgaron las cuerdas y contaron en música campesina y joropo, la ruta libertadora. Se junta la historia con cuatro palitos y el cuatro, reconociendo que hoy como ayer somos un mismo territorio, que desde la Batalla de Las Termópilas y el paso por el Páramo de Pisba, la historia y la cultura siguen vivas. Son cantas, son coplas, son versos que salen del alma, que relatan y conmemoran y que por el camino se van encontrando, porque son momentos que nos hermanan y más cuando aparece una heroína armada con requinto: Maribel Fonseca, que cierra esta parte de la historia con algo que podríamos denominar la "carranga protesta", una guabina, un reconocimiento a las heroínas que siguen librando mil batallas. Es la música campesina, la misma que dice que sin copla no tiene sazón y la que hoy cuenta, da fe de nuestra historia bicentenaria.  



La copla es la más viva expresión para decir las cosas de manera sencilla y directa. Las hay para todos los momentos, los eventos y las vivencias cotidianas. Enlazan amores, hacen peticiones, echan vaina, dan consejos, promulgan advertencias, hablan de la siembra, los remedios, la china, las alegrias, el muchacho, del baile, de la costumbre, la tradición y en últimas escriben la historia. Es una narrativa oral que está muy arraigada en los "viejos", especialmente del sector rural y los que mantienen su grupo musical. Copleros y copleras hay por veredas, sectores y caminos, pero tienen muy poco espacio para echarlas y hacerlas públicas. Si acaso uno que otro programa radial y algún evento muy campesino de cualquier pueblo. Por eso emprendimos el viaje a donde don Ismael con la certeza de convidarlo a echar sus coplas pa´l bicentenario y hubo por montones. 

Y como supimos que "la copla sin carranga no es copla" buscamos por aquí y por allí más versos y descubrimos que la música campesina y carranguera también ponía el requinto, el tiple, la guacacharaca y la guitarra -los famosos cuatro palitos- para registrar este momento histórico y por allá entre Morcote y Paya, en el Llano de Miguel, la tierra de Simona Amaya, tropezamos con una composición que con el cuatro y al ritmo de joropo hace otra remembranza de la hazaña que nos dió la libertad. 

Así los pusimos a sonar en la radio pública, los acercamos a las comunidades para hacer saber y escuchar ue esta expresión artística está más viva que nunca y pasarán los años. las luchas, los héroes y las heroínas y la canta seguirá cubriendo el cielo, llenando de sentido e identidad cada momento porque está protegida por el alma de quien se echa una canta y la va tramando con una que otra copla. Ojalá ahora suene más allá, que siga escribiendo nuestra historia y tenga reconocimiento y muchos escenarios  "que al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre, se gana de eternidad".


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