Es tiempo del balance. Los sueños perdidos, los cumplidos, las grandes hazañas, las promesas, los verdaderos positivos, las vainas aplazadas, los aciertos, lo que nunca pudo ser, lo que estuvo a punto de suceder, aquello que nos dio rabia, nos trasnochó, nos puso la piel de gallina, nos fascinó, nos encaramó en el cielo, nos bajó de la nube, las frustraciones, los engaños, las disculpas, las carreras, la mentira piadosa y la mágica, los abrazos, las sonrisas, las inmensas alegrías, las tristezas, la soledad, el silencio, los pecadillos, los usos y los abusos… en fin la vida con todos sus encantos y altibajos, eso que la hace emocionante. Ojalá la balanza se incline para el lado de las buenas cosas, las alegrías, los verdaderos positivos y que haya la certeza de haber cumplido, más otro poquito.
Y ahora a soñar para adelante. No simplemente a decir FELIZ AÑO y esperar que el resto lo haga la suerte, o darle todo a la casualidad -si es que eso existe- más bien hagamos buenos propósitos, soñemos grandes cosas, luchemos por conseguirlas, depongamos el mal genio, la pereza, la desidia, el odio, el rencor, la venganza, la envidia y todas esas jodas que nos limitan en nuestra temible condición de seres humanos. Pongamos por encima de todo la justicia, la honradez, la responsabilidad, la inconfundible necesidad de la felicidad, la conversa, las ganas, la fraternidad, la escucha antes que la cháchara, el amor como la manifestación de convivencia, llevemos una sonrisa como la única arma para desarmar, gritemos lo que amamos, echemos vivas por la gente y lo que nos gusta, no abusemos de nada, ni de nadie, juguemos como chinos chicos, aprendamos del afecto y demos lo mejor, solo lo mejor porque nuestra familia, nuestro hogar, nuestros amigos, nuestro barrio, nuestra vereda, nuestro pueblo, nuestra patria nos merecen y nosotros la merecemos.
Así que nos esperan 365 días, 8.760 horas, 525.600 minutos o cerca de 32 millones de momentos para respirar la vida: pura, justa, sana, equitativa, con oportunidades, múltiples colores y sabores, llenos de amigos y de amigas, de sueños, de esperanza porque algún día quepamos todos y nazcan otras ilusiones, pues al fin y al cabo lo único que queremos es ser felices.
Que el AÑO NUEVO no solo sea nuevo sino distinto y que no sea un año sino otros años, que sembremos lo mejor, pues el terreno está preparado, que nuestra cosecha sea buena y abundante y que sigamos siendo gente buena papa, de buena cosecha.
Hasta el próximo balance…
Y ahora a soñar para adelante. No simplemente a decir FELIZ AÑO y esperar que el resto lo haga la suerte, o darle todo a la casualidad -si es que eso existe- más bien hagamos buenos propósitos, soñemos grandes cosas, luchemos por conseguirlas, depongamos el mal genio, la pereza, la desidia, el odio, el rencor, la venganza, la envidia y todas esas jodas que nos limitan en nuestra temible condición de seres humanos. Pongamos por encima de todo la justicia, la honradez, la responsabilidad, la inconfundible necesidad de la felicidad, la conversa, las ganas, la fraternidad, la escucha antes que la cháchara, el amor como la manifestación de convivencia, llevemos una sonrisa como la única arma para desarmar, gritemos lo que amamos, echemos vivas por la gente y lo que nos gusta, no abusemos de nada, ni de nadie, juguemos como chinos chicos, aprendamos del afecto y demos lo mejor, solo lo mejor porque nuestra familia, nuestro hogar, nuestros amigos, nuestro barrio, nuestra vereda, nuestro pueblo, nuestra patria nos merecen y nosotros la merecemos.
Así que nos esperan 365 días, 8.760 horas, 525.600 minutos o cerca de 32 millones de momentos para respirar la vida: pura, justa, sana, equitativa, con oportunidades, múltiples colores y sabores, llenos de amigos y de amigas, de sueños, de esperanza porque algún día quepamos todos y nazcan otras ilusiones, pues al fin y al cabo lo único que queremos es ser felices.
Que el AÑO NUEVO no solo sea nuevo sino distinto y que no sea un año sino otros años, que sembremos lo mejor, pues el terreno está preparado, que nuestra cosecha sea buena y abundante y que sigamos siendo gente buena papa, de buena cosecha.
Hasta el próximo balance…