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El concepto educación restringe el significado, la acción y el campo del concepto enseñanza, efecto llamado enrarecimiento, pues hay un empobrecimiento y pauperización de la pedagogía, que expresa problemas tales como: 1). La conceptualización desarticulada al considerar la enseñanza como un concepto operativo y que la enseñanza no tiene una función articuladora entre pedagogía y ciencias de la educación. 2). La atomización, porque el campo del saber de la pedagogía es separado de cada disciplina, así unas lo asumen desde el sujeto (maestro-niño), otras desde la institución y otras desde el saber, lo cual deja al maestro como aquel que realiza, normaliza y supervisa los procesos de aprendizaje que le impone el Estado. 3). La subordinación de la pedagogía, pues queda reducida a los procesos que se verifican en el salón de clase y que no permiten pensarla en función y relación al conocimiento, la sociedad y la cultura, sino como una prolongación del Estado. 4). La instrumentación de la pedagogía, o la reducción de la enseñanza a procesos operativos que conducen al aprendizaje, lo cual le crea grandes confusiones al considerarla equivalente a otras disciplinas y refuerza el papel del maestro a vigilar e instruir, vigilancia que no solo se ejerce del maestro sobre el alumnos, sino también de la institución sobre el maestro y del estado sobre la institución.
Por lo anterior, se hace necesario reconsiderar la enseñanza para que se le permita una comunicación abierta y productiva con otras disciplinas y además pueda insertarse en disciplinas cuyas elaboraciones se refieran a la enseñanza. Esta inserción podrá dar resultados en tres dimensiones: 1). Al interior de la didáctica, donde los muros del aula se rompan y el maestro lejos de los manuales, tenga un discurso para transformar la didáctica de los contenidos. 2). Al interior de los saberes específicos, pues la enseñanza es una cultura particular que implica una relación entre el conocimiento y la tradición, la enseñanza que es capaz de reactualizar su memoria de saber y que hace una adecuación social de los conocimientos. 3). Al interior de la pedagogía, porque la enseñanza se articularía a los saberes específicos a través de la didáctica y el campo práctico de la pedagogía. Aquí la pedagogía se reconoce como disciplina, lo que supone establecer límites.
Consecuencias del enrarecimiento de la pedagogía en la formación de maestros
Ausencia de un objeto común. La enseñanza deja de ser el hilo conductor en la formación de maestros, pues ésta se reduce a una acción instrumental, donde hay ausencia de problematizaciones acerca de la enseñanza y el trabajo conceptual y experimental que se produce en las instituciones formadoras de docentes no convergen en la enseñanza.
La práctica docente o el simulacro de práctica. La llamada práctica docente, es más bien un simulacro de práctica porque no existe la conjugación de los conceptos a exponer precedentes del saber específico con los métodos didácticos y con la intencionalidad social implícita en la enseñanza, lo cual desvía el saber pedagógico.
La imposibilidad del maestro de pensarse. Al convertir al niño o al joven en el centro de las interacciones, el maestro juega un papel pasivo, donde no puede pensarse, pues debe formarse a imagen y semejanza del estudiante, como si –por ejemplo- el desarrollo cognoscitivo del niño exigiera la infantilización -intelectual y afectiva- del maestro.
Las tendencias profesionalizantes. La mentalidad profesionalizante de las instituciones formadoras privilegia los intereses del mundo laboral sobre la formación académica, donde dominan las demandas del mercado y no la de los saberes, lo cual separa al maestro de la comunidad intelectual, es decir no puede ser “ciudadano del mundo” e ignora la función que la escuela y la enseñanza cumplen como instrumento de democracia y racionalidad.

Así, la pedagogía es la disciplina que conceptualiza, aplica y experimenta los conocimientos referentes a la enseñanza de los saberes específicos en las distintas culturas. La didáctica es el discurso a través del cual el saber pedagógico ha pensado la enseñanza hasta hacerla el objeto central de sus elaboraciones, donde lo parámetros de las conceptualizaciones se refieren a la forma de conocer o de aprender del hombre, a los conocimientos objeto de la enseñanza, a los procedimiento para enseñar, a la educación y a las particularidades, condiciones o estrategias bajo las cuales debe ser enseñado un saber específico. Y enseñar es tratar contenidos de las ciencias en su especificidad con base en técnicas y medios para aprender en una cultura dada con fines sociales de formación del hombre. La enseñanza es el espacio de transformación de los conocimientos en saberes, en virtud de la interacción de la cultura.
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ZULUAGA, Olga Lucía, ECHEVERRY, Alberto y OTROS.. Educación y Pedagogía: una diferencia necesaria. en “Pedagogía y epistemología”, Págs 21 - 40.
En el siglo XX se tuvo la pretensión de convertir la educación en una ciencia, para lo cual aparecen las Ciencias de la Educación, conformadas por disciplinas como la pedagogía, la didáctica, la filosofía de la educación, la psicología de la educación, la antropología de la educación, la administración educativa, las teorías de la programación y la planeación educativa, entre otras, que buscaron dar a la educación el carácter de ciencia experimental y cuyo propósito es el estudio del fenómeno social llamado educación, con lo cual posibilitaron su control y planeación.
El concepto educación restringe el significado, la acción y el campo del concepto enseñanza, efecto llamado enrarecimiento, pues hay un empobrecimiento y pauperización de la pedagogía, que expresa problemas tales como: 1). La conceptualización desarticulada al considerar la enseñanza como un concepto operativo y que la enseñanza no tiene una función articuladora entre pedagogía y ciencias de la educación. 2). La atomización, porque el campo del saber de la pedagogía es separado de cada disciplina, así unas lo asumen desde el sujeto (maestro-niño), otras desde la institución y otras desde el saber, lo cual deja al maestro como aquel que realiza, normaliza y supervisa los procesos de aprendizaje que le impone el Estado. 3). La subordinación de la pedagogía, pues queda reducida a los procesos que se verifican en el salón de clase y que no permiten pensarla en función y relación al conocimiento, la sociedad y la cultura, sino como una prolongación del Estado. 4). La instrumentación de la pedagogía, o la reducción de la enseñanza a procesos operativos que conducen al aprendizaje, lo cual le crea grandes confusiones al considerarla equivalente a otras disciplinas y refuerza el papel del maestro a vigilar e instruir, vigilancia que no solo se ejerce del maestro sobre el alumnos, sino también de la institución sobre el maestro y del estado sobre la institución.
Por lo anterior, se hace necesario reconsiderar la enseñanza para que se le permita una comunicación abierta y productiva con otras disciplinas y además pueda insertarse en disciplinas cuyas elaboraciones se refieran a la enseñanza. Esta inserción podrá dar resultados en tres dimensiones: 1). Al interior de la didáctica, donde los muros del aula se rompan y el maestro lejos de los manuales, tenga un discurso para transformar la didáctica de los contenidos. 2). Al interior de los saberes específicos, pues la enseñanza es una cultura particular que implica una relación entre el conocimiento y la tradición, la enseñanza que es capaz de reactualizar su memoria de saber y que hace una adecuación social de los conocimientos. 3). Al interior de la pedagogía, porque la enseñanza se articularía a los saberes específicos a través de la didáctica y el campo práctico de la pedagogía. Aquí la pedagogía se reconoce como disciplina, lo que supone establecer límites.
Consecuencias del enrarecimiento de la pedagogía en la formación de maestros
Ausencia de un objeto común. La enseñanza deja de ser el hilo conductor en la formación de maestros, pues ésta se reduce a una acción instrumental, donde hay ausencia de problematizaciones acerca de la enseñanza y el trabajo conceptual y experimental que se produce en las instituciones formadoras de docentes no convergen en la enseñanza.
La práctica docente o el simulacro de práctica. La llamada práctica docente, es más bien un simulacro de práctica porque no existe la conjugación de los conceptos a exponer precedentes del saber específico con los métodos didácticos y con la intencionalidad social implícita en la enseñanza, lo cual desvía el saber pedagógico.
La imposibilidad del maestro de pensarse. Al convertir al niño o al joven en el centro de las interacciones, el maestro juega un papel pasivo, donde no puede pensarse, pues debe formarse a imagen y semejanza del estudiante, como si –por ejemplo- el desarrollo cognoscitivo del niño exigiera la infantilización -intelectual y afectiva- del maestro.
Las tendencias profesionalizantes. La mentalidad profesionalizante de las instituciones formadoras privilegia los intereses del mundo laboral sobre la formación académica, donde dominan las demandas del mercado y no la de los saberes, lo cual separa al maestro de la comunidad intelectual, es decir no puede ser “ciudadano del mundo” e ignora la función que la escuela y la enseñanza cumplen como instrumento de democracia y racionalidad.

Así, la pedagogía es la disciplina que conceptualiza, aplica y experimenta los conocimientos referentes a la enseñanza de los saberes específicos en las distintas culturas. La didáctica es el discurso a través del cual el saber pedagógico ha pensado la enseñanza hasta hacerla el objeto central de sus elaboraciones, donde lo parámetros de las conceptualizaciones se refieren a la forma de conocer o de aprender del hombre, a los conocimientos objeto de la enseñanza, a los procedimiento para enseñar, a la educación y a las particularidades, condiciones o estrategias bajo las cuales debe ser enseñado un saber específico. Y enseñar es tratar contenidos de las ciencias en su especificidad con base en técnicas y medios para aprender en una cultura dada con fines sociales de formación del hombre. La enseñanza es el espacio de transformación de los conocimientos en saberes, en virtud de la interacción de la cultura.
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ZULUAGA, Olga Lucía, ECHEVERRY, Alberto y OTROS.. Educación y Pedagogía: una diferencia necesaria. en “Pedagogía y epistemología”, Págs 21 - 40.